Hoy por hoy puedo decir que soy
feliz. Tengo una casa, un perro y un pijama a rayas. Y aunque hay ratitos en
los que estoy triste, me río bastante.
Me dan gracia los ruidos raros,
los bichitos de luz, el olor a pis, las nubes con formas, los chistes malos y la
película Alicia en el país de las maravillas.
Les voy a contar un poco de mi
vida. A la mañana, después de lavarme los dientes y cambiarme, bajo por mi escalera
caracol y me hago dos tostadas con un té. A una le pongo manteca y a la otra mermelada
de kiwi. La primera la como mirando la tele y cuando ya voy por la segunda,
miro por la ventana y mientras, pienso en lo absurdo de este mundo. Ah, casi me
olvidaba, lo absurdo también me da risa. Por suerte, pienso yo. Así me puedo reír
todas las mañanas.
Después abro mi cuaderno y me
pongo a hacer ejercicios de física. Mis favoritos son los de tiro libre y caída
vertical, pero hago de todo un poco. Calorimetría, dinámica, trabajo. Porque si
hay algo que odio en la física es la monotoneidad .
Cuando ya me aburro de tanta
ecuación, busco a Toro mi perro y tenemos conversaciones bastante profundas
(aunque a veces no tanto). Le hablo de la física, por ejemplo: ¿Toro, para vos
cuanta cantidad de nada puede entrar en el vacío? Y después me doy cuenta que
lo que acabo de preguntar es un absurdo y me río. Le hablo de mis amigos, de mi
familia, de mis problemas más íntimos. Otras veces le digo que no haga pis
adelante mío, porque me hace reír. Y él me entiende, pienso yo. Porque siempre
mueve la cola.
En mi casa hay un ascensor,
saben, porque soy bastante rica. Entonces cuando ya le di el huesito a Toro,
subo por éste. Pero al entrar, solo puedo pisarlo con un pie, porque es algo
que un día prometí.
Luego entro a mi pieza y escucho
música. Pero entra María y me interrumpe. Y Pensar en María me saca las ganas
de contarles un poco más de mi vida. Si, es eso. Pienso yo.
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