miércoles, 8 de agosto de 2012

Rota


Escribo los versos más lindos y tristes, porque en cada uno de ellos, estás vos. Y cierro los ojos y te veo. Y sueño, sueño un poquito, que estás acá conmigo. Que me abrazás, un abrazo tan cálido, tan real, tan nuestro. Y mientras tus brazos recorren mi cuerpo, mientras siento tu aliento en mi cuello, me decís que me querés, que soy tu todo. Que lindas palabras aquellas que pronuncias, porque las sentís. Basta mirar tus ojos tan negros, tan profundos, tan sinceros; para no dudar más.
Pero al abrir los ojos, me enfrento con la cruda realidad. Miro por todas partes, te busco desesperada. Pero sé que no estás, sé que todo había sido un sueño, mi imaginación. Sé que estoy sola, tan sola como siempre. Pero soy fuerte, eso me digo a mi misma, y no lloro. No lloro por no tenerte, no lloro por no poder besarte, no lloro porque no seas mío.
En cambio escribo, escribo los versos más lindos y tristes, porque en cada uno de ellos, estás vos.
Como un caracol ando por la vida, defendiéndome, protegiéndome en mi interior. Pero, al igual que el caracol, bastaría un simple golpe, para quebrarme completamente.
Yo ya estoy rota, pero no me derrumbé. Quizás porque albergo esperanza de que me quieras. Quizás, sin ser más, soy una soñadora. Quizás son los sueños lo único que me mantienen con vida, lo que me incentivan a seguir respirando, corta y pausadamente, pero respirando. Y quizás, un día me despierte y deje de soñar, y allí mi golpe definitivo, mi derrota. Quizás en ese momento, me atreva a afirmar lo que por ahora no puedo pronunciar, lo que no me atrevo siquiera a pensar. Que no me querés.
Pero mientras tanto, solo escribo los versos más lindos y tristes, porque en cada uno de ellos, estás vos.

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