Al ramo se le cayeron todas las flores. Los pétalos
desparramados por el suelo, inconexos, ocultaban cualquier signo de vida.
La muerte, silenciosa como un suspiro, les había quitado su
color. Ya no se podía hacer nada. La
rosa roja, que había estado tan llena fuerza, había cedido frente al abismo del
universo.
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